26 de Noviembre de 2024

Tatahuicapan, entre la tensión y la pobreza

Rafael Meléndez Terán

Tatahuicapan

Desde que la carretera se lee a lo lejos y en letras mayúsculas “bienvenidos a Tatahuicapan”, sin embargo el recibimiento no es el mejor. Los pobladores del municipio serrano se gritaban entre sí “ahí vienen otros”, unos en castellano, otros en náhuatl, refiriéndose  a los reporteros.

 

El panorama no es muy alentador, pues el acceso a este municipio marginado está obstruido por segundo día con camiones, maquinarias y hasta tubos de drenaje, que mueven constantemente para dejar pasar a quienes llegan, previo pago “voluntario”, como dicen.

Las decenas de campesinos se encuentran amontonados armados con palos y machetes, viendo pasar a las mujeres, que son quienes trabajaron el día de ayer;  entran y salen con pesados bultos a cuestas.

En un tono amenazador cuestionan a cada uno de los que intentan ingresar el motivo de la visita, pero a los reporteros, que identifican por su herramienta de trabajo, rotundamente les niegan el acceso, “ustedes puras mentiras dicen”.

Mientras siguen comunicándose en su lengua madre, uno de ellos solicita identificación para solicitar al comisariado ejidal el permiso para ingresar.

Entre tanto, seguían pidiendo cooperación a los automóviles para poder entrar, pero algunos  vendedores prefieren retirarse.

“Jack”, un perro de aspecto agresivo, acompaña al principal vigilante, como tratando de amedrentar, algunos entregan 2 o 3 pesos, pero otros temerosos o muy dadivosos sueltan billetes de hasta 100 pesos. Se hace la fiesta en ese momento y con “todo respeto” le permiten el acceso.

“Yo me hice pasar por médico”, señaló una de las personas que tenía que hacer una diligencia, “desde temprano me dijeron como le tenía que hacer para llegar, no te creas entré y salí con miedo, pero no hice mucha bulla, sólo así”, repuso al retirarse.

“Deberían quedarse, esto se va a poner bueno al rato”, pidieron mientras se oyeron tronidos a lo lejos, “ya se está calentando el agua”, decían amenazantes.

Pasados unos 20 minutos de espera, algunos de los quejosos se atrevieron a mencionar que están hartos de la pobreza en la que viven, “que el gobierno no cumpla, la verdad no es que no les demos agua a los de Coatza, cuando puedas mejor vete a ver el río, ya nomás está en puras piedras, por eso no llega el agua, no es que nosotros seamos unos cabrones”, decía uno, cuando fue interrumpido por otro, pidiéndole que se callara.

“Por qué si no estoy diciendo nada malo, digo la pura verdad, la verdad es que nosotros ya no tenemos qué hacer; la raza está enojada, pero no tiene para dónde, estamos cruzados de brazos porque ya no podemos hacer nada, la policía ya se quedó en la Yuribia, nosotros estamos haciendo puro borlote porque no podemos hacer más, nomás buscar otros tubos para romperlos”, decía en voz baja.

Pasaban los minutos y el ambiente se hacía más tenso cuando reclamaban “a ustedes los dejáramos pasar, pero pagan justos por pecadores, puras mentiras dicen, nosotros no somos malos, nomás estamos reclamando lo que nos pertenece”.

En el parque central se observaban a lo lejos un amontonamiento de gente, había un líder gritando, pero era imposible escuchar a la distancia. Lo mismo ocurría en el comisariado ejidal, donde cientos hacían una romería.

Al menor intento de tomar la cámara fotográfica, amenazantes decían “eso sí ni se te ocurra, si ya sabemos que por las fotos nos localizan, deja la cámara mejor”.

Otro estruendo se escuchó a lo lejos, y repetían que “apenas empezaba lo bueno”, y se repartían refresco y agua.

Algunos niños se escondían en la pesada tubería de drenaje, “grábame buey”, decían levantándose al momento en el que observaba la llegada de un nuevo vehículo. Ellos también participaban en el retén.

Sin que los escucharan sus compañeros, uno de ellos se atrevió a decir que estarán “tapando el paso” hasta que no se resuelva el problema, que ellos quieren que se les pague lo que se les debe por el agua y además que les “den para vivir, ellos sí se llevan el agua y nosotros nos quedamos sin nada, no es justo, usted dígame si es justo”, cuestionó.

Al cabo de casi una hora, se accedió el paso hacia el comisariado ejidal, en donde una persona identificada como “Miguel”, amablemente solicitó la salida de los reporteros.

Recriminó por enésima ocasión el manejo de la información en el conflicto, “por las buenas, mejor váyanse”, advirtió, “ahí les van a dar sus identificaciones en la salida, no queremos nada de reporteros, cuando los necesitemos ahí les llamamos”.


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