Agencias
Esto
Futbolísticamente hablando, el Real Madrid de Xabi Alonso es como un niño chiquito que juega en el jardín. El París Saint-Germain de Luis Enrique, mientras tanto, supone la imagen de un hombre adulto plenamente consciente de sus facultades. No son lo mismo, ni pueden serlo, por más que la comparación de nombres pretenda lo contrario. El equipo francés hizo valer su condición de campeón de Europa para vencer con un contundente 4-0 al cuadro merengue. El marcador fue abultado, pero pudo ser mucho peor o mucho mejor, depende de dónde se vea. El PSG enfrentará al Chelsea en la final del Mundial de Clubes.
Se sabía que Florentino Pérez no quería del todo que Xabi Alonso se hiciera cargo del equipo durante el Mundial de Clubes por cosas como ésta. El riesgo de una caída estrepitosa estaba latente. Aunque el Madrid sorteó la tragedia durante buena parte del torneo y hasta podría decirse que había salido bien librado, el PSG le dio un severo golpe de realidad. En defensa del técnico está el poco tiempo de trabajo para montar los mecanismos que ahora mismo le permitan plantarle cara a un equipo como el de Luis Enrique, con serias aspiraciones a ser considerado como uno de época.
Pese a los presagios, el Real Madrid llegó a las semifinales del Mundial de Clubes respaldado por su historia. El equipo podrá estar bien o mal, pero a su favor siempre tiene el misterio de lo inexplicable. Consciente del rival al que enfrentaban, el PSG debía de demostrar pronto que la tarde neoyorquina no estaba para milagros, y eso solo se logra con la superioridad aplastante.
Un arranque vertiginoso de los franceses fue suficiente para que los nervios del Real Madrid fueran reales. El PSG tocó pronto la puerta merengue, pero Courtois apareció en dos ocasiones. El guión madridista requiere de este tipo de intervenciones, con su portero como figura para luego anotar ellos.
Lo que no sabía ni Xabi Alonso ni nadie es que dos errores de la zaga complicarían cualquier plan. Una especie de destino provocado por la intensa presión del PSG, en esa imagen de Dembélé como a punto de salir a correr los 100 metros planos. Primero fue Asensio quien la perdió muy cerca de su portería para que Fabián facturara, y luego el casi siempre confiable Rudiger. El alemán sucumbió ante la presión de Ousmane y regaló el segundo, apenas al minuto 9.
La ventaja tempranera del PSG solventó muchas de las dudas: ¿Pacho o Huijsen? ¿Qué ausencia pesaría más? Los primeros minutos denotaron un Madrid desnortado, sin la brújula que supone su joven central. Tampoco estuvo Alexander-Arnold, lesionado casi de última hora.
Aunque no se sabe si con ellos en el campo la cosa hubiera sido distinta, la realidad dejó ver que con lo que ahora mismo tiene no le alcanza para pelear. El PSG, motivado por los saltos de su entrenador en la línea lateral al celebrar los goles, se fue por más, y al minuto 24 Fabián Ruiz anotó el tercero.
El Madrid se vio en la disyuntiva de ir a buscar desesperadamente el empate o parar la hemorragia. El equipo de Xabi Alonso optó por lo segundo. Ni siquiera los silbidos de la grada animaban a los blancos a adelantar líneas. Solo fue hasta el segundo tiempo que los merengues buscaron tener mayor propuesta ofensiva, pero en realidad nunca lograron generar peligro. Ni Vini por la izquierda, ni Gonzalo por el centro, ni Mbappé, desterrado por la derecha para darles cabida a los otros.