Esos serían tres factores que hoy no se encuentran en la relación México-Estados Unidos, producto de formulaciones en ambos lados de la frontera y que durante los últimos seis años se combinaron para complicar un vínculo que está probablemente entre los más extensos del mundo.
Pero el hecho es que ambos países se hablan a sí mismos, no para comunicarse con el otro.
Esa puede ser la conclusión de la mesa redonda que sostuvieron el martes cuatro ex-embajadores, los mexicanos Marta Bárcenas y Arturo Sarukhan, que lo fueron ante el gobierno estadounidense, y los estadounidenses Roberta Jacobson y Anthony Earl Wayne, ante el gobierno mexicano.
Los ex-diplomáticos expresaron más escepticismo que esperanza en cuanto al futuro inmediato de una relación que en mucho se basó en la construcción de confianza a partir de convenios comerciales y la llamada Iniciativa Mérida, para combatir al narcotráfico.
“Los dos partidos (demócratas y republicanos) son duros respecto a México”, comentó Bárcena.
En la actual campaña electoral estadounidense, unos y otros parecen competir en cuanto a ver cuál asume posiciones más fuertes respecto a China y el fentanilo, y en ambos casos México está en medio. Pero están también los problemas de migración y violencia que llevan a preocupaciones sobre la frontera.
Paralelamente, el proceso de acercamiento iniciado con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se perdió en los programas de austeridad del gobierno reciente. No hay representantes de organismos de seguridad mexicanos en Washington, y de paso tampoco especialistas en comercio, cuando la revisión del tratado comercial México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) asoma en el horizonte.
Pero ahí se ven algunas de las carencias obligadas del gobierno mexicano, que parece hacer una apuesta mayor en el "nearshoring" en la relación comercial con Estados Unidos cuando este país se encuentra en mayor o menor medida en una fase que favorece más bien lo que ahora se define como “reshoring”, o sea el llevar de nuevo a Estados Unidos las plantas industriales que emigraron a otros países, especialmente China.
“El principal competidor de México no es Vietnam… es Texas”, dijo Sarukhan.
Pero la verdad es que actitudes en ambos lados de la frontera hacen probable que la revisión tenga características mayores, tanto por el renovado nacionalismo estadounidense como por la aparente indiferencia -para no decir ignorancia- del gobierno mexicano respecto a las “líneas rojas” que marca la nueva competencia quemara la emergencia china en el mundo y el atento de triangular parte de su comercio con Estados Unidos a través de México.
Pero cuando la relación comercial supera los 700 mil millones de dólares anuales, México es el principal socio comercial de Estados Unidos, por más que la embajada de México en Washington haya regresado a sus niveles de los años 70 u 80, antes del TLCAN.