23 de Noviembre de 2024

La dinastía Aguayo, unos Perros de raza fuerte y pedigrí

El Hijo del Perro Aguayo perdió la vida a causa de un traumatismo cervical.

MÉXICO, D.F., marzo 21 (EL UNIVERSAL)

La madrugada del sábado falleció el luchador conocido como el Hijo del Perro Aguayo luego de un golpe recibido en una función de lucha libre en Tijuana.

Pedro Aguayo Ramírez, nombre real del luchador, sostenía una lucha en contra de Rey Mysterio en el Auditorio Municipal de Tijuana.

El Auditorio Municipal de Tijuana fue el escenario donde luchó por última vez el líder de los Perros del mal, quien tenía una contienda de rutina que al final le costó la vida por un traumatismo en el cuello con fracturas en tres vértebras cervicales y lesiones en la médula espinal causado por una patada.

Tras ser sacado del ring por el amo del 619, el hijo del Can de Nochistlán regresó al escenario y recibió unas patadas que causaron el daño; se quedó recargado en la segunda cuerda, su compañero trató de animarlo, se fue a la primera y quedó inconsciente.

Pedro Aguayo Ramírez, su nombre verdadero, trató de ser reanimado por Konan, quien nada logró; luego rodearon al gladiador algunas personas para brindarle primeros auxilios y trasladarlo a un hospital cercano, donde falleció horas más tarde.

La pasión que unió a padre e hijo ahora los separa. La lucha libre, el eterno amor de Pedro Perro Aguayo y del Hijo del Perro Aguayo asestó uno de los mayores dolores que ha tenido la familia. Curiosamente una lesión similar en las cervicales que propició el retiro del Can de Nochistlán, fue la que causó la muerte de su vástago.

El camino de los Aguayo en el pancracio nacional comenzó cuando don Pedro Aguayo —después de que emigró de Zacatecas a Guadalajara y probó suerte como panadero y zapatero— encontrara en la lucha libre su pasión y a la postre la forma de ganarse la vida. El boxeo también formó parte de sus años juveniles en la capital tapatía, pero lo abandonó al sentirse desilusionado, por la petición que le hicieron de dejarse vencer.

Luego de haber entrenado lucha olímpica, su debut en el pancracio profesional ocurrió en 1970; en aquella noche el anunciador se equivocó al pronunciar la palabra perro en lugar de Pedro, algo que al inicio no le gustó al hoy leyenda de la lucha libre mexicana.

Como gladiador, el Perro Aguayo siempre demostró su carácter sanguinario, algo que se puede ver en las ondulaciones de su frente, producto de las constantes cortadas que sufrió.

En el ring logró consolidar grandes rivalidades, como la que tuvo con el Santo, a quien estuvo a punto de quitarle la máscara, además de conseguir más de 100 cabelleras que apostó en los encordados.

Su adiós se produjo en 2001, cuando Universo 2000 le propinó un martinete que le lastimó tres vértebras cervicales que le impidieron concluir su gira de despedida que ya tenía firmada.

Don Pedro Aguayo tuvo la oportunidad de mostrar su talento a nivel internacional con participaciones en Estados Unidos en la empresa WWF y en Japón, donde consolidó un nombre que aún es reconocido entre el público del lejano oriente

Con un padre famoso y un entorno rodeado de luchadores, Pedro Aguayo Ramírez aprendió a amar la lucha libre desde la infancia. Así el 18 de junio de 1995, a la edad de 15 años, el Hijo del Perro Aguayo debutó en el AuditorioRío Nilo de Tonalá, enfrentando a Juventud Guerrera, en una cartelera que el propio Hijo del Santo recuerda, pues él formó parte del elenco principal de aquella función de la Triple A.

En 2006, el Hijo del Perro Aguayo fundó los Perros del Mal, junto con Héctor Garza (QEPD), Halloween y Damian 666, quienes conquistaron el gusto del público por su sello desenfadado, rudo y espectacular.

En aquel lapso de su carrera conquistó las cabelleras de Negro Casas, Héctor Garza, Cien Caras, Máscara Año 2000 y Universo 2000, además del Campeonato Mundial de Tríos del Consejo Mundial de Lucha Libre.

El Hijo del Perro Aguayo regresó a la Triple A en Triplemanía XVII, conquistando por primera vez la espada de Rey de Reyes en 2012.

El pedigrí de los Aguayo quedará marcado por su estilo rudo y sin miedo, así como por la mítica Lanza, con la que mordían a sus rivales, al propinarles patadas a la altura de su pecho.


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